Estamos ahora de aniversario, hace un siglo que nació Mario Moreno Cantinflas o, dicho de una forma más amable, habría cumplido el pasado veinte de abril cien años. No es posible que dos personajes como el diestro de Córdoba y el actor mexicano permanecieran aislados por el océano atlántico. Ahí los tienen, intercambiando impresiones en uno de los salones del hotel Reforma de la capital azteca durante la temporada de 1945. Un acta notarial nos gustaría poseer de estas charlas entre dos personas tan dispares y a la vez tan cercanas. Manolete sonríe a la cámara en un escorzo imposible y Cantinflas ameniza a la compañía femenina.
Su amistad comenzó mucho antes o, al menos, eso podemos pensar, pues en 1941 estrenó el actor mexicano Ni sangre ni arena, una parodia de las películas ambientadas en la Fiesta Nacional. En ella, Cantinflas es el vivo retrato de Manolete, el famoso torero. El diestro está invitado a la fiesta de Anita y Cantinflas quiere ir también. Manolete y su álter ego cómico viajan en el mismo tren, aunque éste último sin billete. Para escapar del revisor, Cantinflas roba la ropa de un viajero, que resulta ser Manolete. El verdadero diestro acaba en la cárcel, mientras Cantinflas es recibido con todos los honores en la finca de Anita. Como se pueden imaginar, los equívocos son muy recurrentes. Texto: Fernando Martínez
No hay comentarios:
Publicar un comentario