Los empresarios taurinos Alegre y Puchades organizan en los corrales de la plaza de toros de Valencia una paella. Sabemos incluso el día del improvisado ágape, un jueves 10 de mayo de 1945, y el motivo no es otro que celebrar los triunfos obtenidos el día anterior, apunten bien: doce orejas, seis rabos y tres patas. El ganado lidiado era del hierro de Galache y en el cartel no sólo se anunciaban los protagonsitas de esta fotografía, Manolete y Arruza, sino también Parrita. Durante la tarde anterior, el toricantano Agustín Parra Parrita se doctoró en Tauromaquia y tuvo como padrino, nada menos, a Manuel Rodríguez Sánchez, ese Manolete que ya toca con la yema de los dedos el mito. Pero había más motivos.
La prensa agitaba a los aficionados en una competencia/rivalidad en la vida privada de los diestros, con rumores de todo tipo. Posan los protagonistas al objetivo del fotógrafo Vidal, que tal vez metió el tenedor en la paella, años difíciles para el estómago. Hay de la comida al menos una imagen más, que apareció publicada en el libro Manolete por Manolete, donde el torero de Córdoba mete levemente el tenedor en el condumio. Manolete, en la instantánea que comentamos, va hecho un pincel. Arruza se queda a la zaga, no lleva corbata y el traje —no sabemos si es porque fue el primero que encontró— tiene la apariencia de sufrir muchas temporadas. En cambio, nuestro protagonista lleva una chaqueta cruzada impecable, la mano derecha hacia atrás, el pañuelo en el bolsillo izquierdo, el sello y el cigarrillo a medio consumir en la mano derecha. El abrazo de Arruza es afectuoso. Entre los diestros no hay rivalidad personal, tan sólo taurina. Por cierto, ¿de qué era la paella? Texto: Fernando Martínez
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